Yalitza Aparicio en contra del racismo

Imagen perteneciente a la revista Hola, 2019


Desde hace ya varios años tomé la sana decisión de evitar el consumo de información noticiosa, por mi salud mental dejé de lado (en la medida de lo posible) noticieros, periódicos, programas de radio, y redes sociales informativas. Esto me ha traído un poco de tranquilidad mental, pero al mismo tiempo, el lado negativo de esta decisión se refleja en una desinformación de temas puntuales. Pero hay ocasiones en las que simplemente uno no puede abstraerse de tópicos que cobran tanta relevancia; esta vez resultó imposible para mí, mantenerme al margen te todo el revuelo que surgió con la nominación de Yalitza Aparicio al premio Oscar.

Pero antes de comenzar, vale la pena realizar algunas aclaraciones:
1.    No he visto (y probablemente no vea) la película Roma, así que no opinaré sobre el trabajo de Yalitza Aparicio.
2.  Este texto solo expresa la opinión de este redactor, no poseo ni creo poseer la verdad absoluta sobre ningún tema.
3.    Mi intención al realizar este texto no es la de ofender a nadie y mucho menos formar parte de la polémica negativa que se ha venido generando respecto al tema, solo estoy aprovechando el espacio que un medio libre como este me brinda.

Habiendo dicho lo anterior, es momento de comenzar.


La sociedad mexicana a lo largo de la historia se ha caracterizado por un comportamiento siempre contradictorio. Por un lado siempre hemos sido atormentados por el trato discriminatorio que el país vecino del norte nos da, ya sea discriminación racial, cultural o económica. Pero por el otro lado en este afán de nosotros por aspirar a ser como norteamericanos o europeos, nos conducimos a repetir estos patrones discriminatorios contra nuestros mismos compatriotas.

En este contexto, para bien o para mal llegó la fama para Yalitza Aparicio. Una mujer oaxaqueña saltó a la fama de manera tan abrupta que desconcertó totalmente al país, después de su participación en la película Roma, quizá no pasaba mucho con esta mujer, pero a raíz de su nominación al Oscar fue que el país de volvió loco.

Como era obvio de esperar, las burlas y críticas no se hicieron esperar, pues “¡¿Cómo una indígena podía ser nominada al Oscar?! Esta situación destapó la cloaca de racismo y clasismo en la que vive México. Y no solo en el medio actoral, donde más de un actor con burdas carreras vieron su ego aplastado, cosa que es obvia, porque estar viviendo de premios TV y Novelas quiebra el espíritu de cualquiera. Pero también la sociedad en general hizo burla de la situación de Yalitza Aparicio, por su origen humilde y su condición étnica.

Por otro lado surgió una importante cantidad de defensores de la oaxaqueña, defensores de los pueblos indígenas, defensores que la empoderaban como mujer, como actriz, como belleza natural de nuestro país, en fin, un verdadero orgullo nacional.

Y es justo en esta defensa exagerada que surge el fenómeno que más llama mi atención; existe una gran cantidad de personas que la defienden y enaltecen sin una razón real, no sé si de manera intencional o no, pero la pasión que sienten por Yalitza Aparicio se sustenta en conductas hipócritas, o como se le prefiere llamar, lo políticamente correcto.

No estoy diciendo que no haya gente en el país que sinceramente apoye la lucha indígena, o que no sienta una verdadera admiración por Yalitza Aparicio y su éxito; pero sucede que mucha gente que piensa que por ser una mujer indígena, ella es vulnerable y por tanto débil y se lanzan al rescate de una mujer que ni siquiera pidió nada de esto.

Una sociedad que en el día a día vive con calles llenas de indígenas pidiendo limosna, que históricamente ha segregado cada vez más a los indígenas, que en el mensaje dice respetar las culturas nativas, pero que en el actuar solo los ha confinado a pequeñas reservas territoriales alejados de todo medio de desarrollo social. Una sociedad que ha vivido episodios históricos terribles con los pueblos rurales como lo sucedido hace ya algunos años en San Salvador Atenco, esa sociedad es la que ve ahora a una mujer indígena erigirse en lo más alto del mundo cinematográfico.

Ese es un problema que crece a la par del racismo que se vive en México, ver a una persona con rasgos faciales de cierta etnia e inmediatamente decir  “que bella persona” aunque sea una gran mentira, solo para evitar que esta persona se sienta mal, es racismo encubierto. Y no suficiente con eso, regañar al mundo por simplemente disentir de tu opinión, eso es hipocresía moral de una sociedad políticamente correcta.

Pero por qué se hizo este caso tan grande, es cierto que lo que Yalitza Aparicio ha logrado es algo importante, pero no me parece el logro más trascendente, claro que hay que estar ahí y saber aprovechar esa única oportunidad cuando se presente, pero es solo eso, no deja de ser solo una actriz que fue atacada porque sí, porque vive  en un país que por no decirlo de una peor forma, sufre ardor de cola cada que alguien “inferior” alcanza logros más altos que alguien de cierto nivel socio-económico.

Mientras escribo este texto, la polémica se aviva, el tópico ahora es las fotos que realizó la revista Hola a la actriz, que si usaron demasiado photoshop, que las fotos tratan de asemejar a Yalitza Aparicio al modelo de belleza universal; más de lo mismo. No sé por qué razón en este país aún padecemos de este tipo de problemas, más de la mitad de la población ha sufrido alguna clase de discriminación en algún momento de su vida. En el caso de Yalitza Aparicio no he visto su trabajo, no me parece una mujer bella y no la admiro, pero mi opinión sobre ella no se fundamenta en su origen étnico; sin embargo la respeto simplemente porque es un ser humano y por hacer un trabajo tan exitoso, me guste o no.


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