2 de Octubre: Masacre en Tlatelolco
Plaza de las Tres Culturas, 2 de octubre de 1968. Todas las imágenes se encuentran disponibles en la página web de la fundación UNAM y son parte de una galería mucho más completa. |
México, el
país (comienza a sonar al fondo “El Mariachi Loco”) de la eterna fiesta, el país
del tequila, el país que siempre ríe de su tragedias…
Estamos a
unos pocos días del cumplimiento del cincuenta aniversario de uno de los
eventos más importantes de la historia mexicana, un suceso que más allá de la
herida que representa para la historia mexicana, es un evento que deja en
evidencia el lado más oscuro e insensible del ser humano, sin importar en qué
lugar del mundo ocurra o en que época histórica suceda, es un acto lamentable,
y una pena que ocurra.
Desde los
meses previos, México era testigo de muestras aisladas de un tremendo
descontento social, descontento que, como suele ocurrir, cobra vida a través de
los jóvenes. El 22 de julio del 1968, los granaderos acudieron reprimir un enfrentamiento entre alumnos de
vocacionales del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y alumnos de una
preparatoria privada, los granaderos se adentraron en la vocacional 5
agrediendo a los alumnos y profesores, hiriendo a muchos de estos. Pocos días
después la Universidad Autónoma de México (UNAM) se declara en huelga
indefinida como símbolo de protesta a estos actos.
Así, las
manifestaciones de protesta comenzaron brotar en la mayoría de los planteles
pertenecientes a la UNAM, esto se propago en algunos planteles del IPN. Con una
comunidad estudiantil cobrando fervor, la autoridad no tenía más medios que la
represión cuasi violenta para tratar de evitar que la situación escalar a
niveles inmanejables para ellos. Se habla de represiones violentas en la
preparatoria 2, en algunos planteles del IPN, y una represión a miembros del
Partido Comunista, esto en suma, provocó que el IPN se declarara en huelga como
manifestación de solidaridad hacia la comunidad estudiantil.
Ya para
finales del mes, el descontento social y el conflicto se extendían por
prácticamente toda la Ciudad de México. Autobuses quemados, paro del transporte
público, el gobierno estaba desesperado por calmar los ánimos, pues en casi dos
semanas comenzarían los Juegos Olímpicos en el país.
El ejército
entra en escena, comienza la ocupación de algunos planteles de la UNAM e IPN,
el 1 de agosto, el actual rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, encabeza una
marcha con cerca de 80 mil participantes, en protesta por la represión y actos
violentos cometidos por los grupos militares. El gobierno ignora estas
peticiones, y ordena al ejército continuar con la ocupación de los planteles
escolares, además de tomar plazas públicas y calles del centro de la capital
del país. El resultado, autoritarismo militar, detenciones arbitrarias,
asesinatos y lesiones para estudiantes y miembros de la sociedad civil
“sospechosa”.
Ya no era
solo un pequeño grupo de estudiantes protestando contra la represión, el
movimiento se había convertido ya en una masa, nutrida de estudiantes y
ciudadanos luchando en contra de la violencia de Estado.
El 2 de
octubre por la tarde miles manifestantes se congregaron en la Plaza de las Tres
Culturas en el barrio de Tlatelolco. El ejército comenzaba a rodear el lugar,
prácticamente acorralando a los asistentes, el pretexto, evitar daños en el
edificio de Relaciones Exteriores. Un grupo de personas aparentemente civiles
portando un guante blanco, cominea a mezclarse en el mitin, hasta llegar al
edificio Chihuahua, donde se encontraban líderes del movimiento, oradores y
miembros de la prensa, estos hombres del guante blanco, eran los integrantes
del Batallón Olimpia.
Cerca de las
seis de la tarde, en los momentos finales del mitin, un helicóptero sobrevuela
el lugar, dispara algunas bengalas, la señal está dada. Los francotiradores del
Batallón Olimpia ubicados en el edificio Chihuahua abren fuego, el objetivo
fueron los militares que rodeaban la zona.
La respuesta
militar no esperó, repelieron la agresión, su objetivo, los presentes del mitin.
Estudiantes, trabajadores, familias corrían en medio del fuego cruzado, corrieron
para salvar sus vidas, chocando, tropezando con los ya caídos, el pandemónium
se apoderó del lugar. Muchos cayeron en el lugar, algunos otros lograron
escapar y encontrar refugio en
departamentos y pasillos de edificios aledaños, esto no detuvo al ejército, sin
orden judicial, irrumpieron en todos los rincones de los edificios aledaños
para capturar a todos los manifestantes.
El saldo
oficial es de 20 personas fallecidas, pero es obvio que esta cifra se encuentra
muy alejada de la realidad, el mundo entero lo sabe, esto fue una masacre. El presidente,
10 días después declara en entrevista “…México es el mismo antes de Tlatelolco
y después de Tlatelolco”.
Cincuenta años
han pasado, los motivos aun no son claros, a la fecha se sigue confrontando la versión
de los testigos de aquel fatídico día contra la versión “oficial”. Un suceso
que marcó dolorosamente a la sociedad mexicana, al margen de todo cuanto ignoro
sobre el tema, no puedo asimilar la idea de un Estado orquestando una emboscada
en contra de su propia población, asesinando civiles a sangre fría.
Que este
episodio tan triste de la historia, sirva para cada miembro de la sociedad como
recordatorio de lo que no debe ocurrir en ningún lugar del mundo y por ninguna razón
¿Qué perdimos aquel día?¿Qué se ganó?¿Cambió algo en México?
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